viernes, 20 de junio de 2008


A CARA O CRUZ


Un día como todos los días de esta vida.
No pido nada mejor. No quiero nada mejor.
Roberto Fernández Retamar



Quedan las veredas después del aguacero
junto al reloj de arena que guardamos
en el pecho para los aniversarios.
Queda la memoria.
Todo lo que somos un atardecer
cuando el ánimo decidió nuestras vidas a cara o cruz.
Apenas conocimos lo más importante para lo que somos.
Solos, con miel en el hueco de la mano
y el cántaro hecho añicos, nos hicimos.
No me canso luego de haber odiado por haber amado tanto.
Los amaneceres parpadean sobre dos plumas de flechas
venidas a ser alas de corazón sin dar en el blanco.
La vela en el campo de trigo
el vuelo a ras de la paloma ciega de soles en los ojos.
Soles empedernidos con claveles en el aljibe
vidrios al alcance de las manos, del temblor y los anillos.

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